Una prueba real realizada en un Volkswagen e-Golf demuestra la importancia de los neumáticos en la autonomía real que ofrece un coche eléctrico. La diferencia entre una goma pensada para ser eficiente y reducir la rodadura y otra diseñada para elevar el rendimiento puede llegarse a traducirse en un 20% de alcance real. Y no solo importa el compuesto de caucho de la goma, también el diseño de la llanta, que puede favorecer o no la aerodinámica, tiene influencia en este factor.
En un coche de combustión, los neumáticos buscan favorecer la seguridad en la conducción, la mejora de las sensaciones dinámicas y, en algunos casos, la propia estética del coche. Sin embargo, en un coche eléctrico, en el que la energía de la batería suele ser limitada, la selección de los neumáticos se basa principalmente en mejorar la autonomía del vehículo. Como responsable último de la interacción entre el asfalto y el vehículo, sus características pueden tener un gran impacto sobre el alcance real. Habitualmente, los fabricantes instalan en ellos neumáticos con baja resistencia a la rodadura, que, normalmente, sacrifican las sensaciones de conducción. Una decisión lógica al suponer que un conductor de un vehículo eléctrico no optará, en la mayoría de las ocasiones, por exprimir toda la capacidad mecánica del coche sino que intentará realizar una conducción eficiente.
Varias pruebas consecutivas que demuestran que esta decisión está avalada por el comportamiento real de los coches eléctricos. Las diferencias aparentemente sutiles en la aerodinámica y la resistencia a la rodadura pueden llegar notarse de forma notoria en la eficiencia y, por lo tanto, en la autonomía. En cuestiones de usabilidad, un 10% más de autonomía puede no ser importante en el caso de un vehículo de combustión interna, pero puede ser fundamental en el caso de uno eléctrico.
Además de los neumáticos, el diseño de la llanta también influye en el aumento de la eficiencia.Un estudio realizado mostraba como unas llantas aerodinámicas aumentaban su eficiencia en un 3% lo que supone aproximadamente 16 kilómetros extra de autonomía. Un resultado similar fue el que obtuvo cuando cambió los neumáticos de baja resistencia por los equivalentes de alto rendimiento, que redujeron su autonomía en un 10%.